Se habla mucho de la factura electrónica en términos económicos. Lo que va a ahorrar, la optimización de los procesos internos o la transparencia económica de las administraciones públicas y privadas. Pero además, los Comprobantes Fiscales Digitales de Internet (CFDI) adicionan un valor fundamental: la confianza.
Los sistemas de facturación electrónica permiten que se conecte a dos usuarios que no se conocen entre ellos. Es decir, podemos ir continuamente a un proveedor, pero también a uno nuevo. En muchos casos, esto provoca recelo: ¿Y si nos engañan? ¿Y si mis facturas no son correctas? Hay corporaciones que evitan migrar de proveedores por el miedo a que el servicio falle. Esta incertidumbre se evita con los sistemas digitales.
La facturación electrónica permite que los procesos sean seguros y que la conexión entre personas físicas o jurídicas, sean legales. En los CFDI, todos participan en la aprobación del registro del intercambio de bienes y servicios.
Uno de los requisitos de la factura electrónica es la firma digital, que permite certificar la autoría de las personas que se encuentran detrás de la compraventa. La firma electrónica no se puede falsificar y está cifrada. Además la información digital está mejor protegida, ya que se encripta, incrementando la privacidad de las personas. Esto permite a las empresas y personas físicas, entre otras cosas, no desvelar su información privada y evitar casos de espionaje industrial.