CFDI: Son las siglas de la facturación electrónica, que nos indican 4 características beneficiosas de su formato:
Comprobante: Como indica su nombre, permite confirmar que se ha producido algo. En el caso de los CFDI, lo que verifica el documento digital es que ha habido un proceso de compraventa. Justifica ante el sistema de administración fiscal que realmente se efectuó el proceso y que se pagaron los impuestos designados por la autoridad hacendaria. Este comprobante sirve para establecer qué se compró o vendió y deducir impuestos en determinados casos. También sirve para que los empleados puedan demostrar a los empleadores los viáticos de un viaje de negocio.
Fiscal: Señala que el comprobante se encuentra en el marco de normas y reglamentaciones hacendísticas; por tanto, debe ajustarse a la legislación aplicable. Por ejemplo, las facturas electrónicas deben estar certificadas por un PAC, para que tengan valor. Otro ejemplo de lo que supone el adjetivo fiscal en el CFDI es que deben indicar la fecha de la transacción y enviarse en tiempo y forma al SAT. Por tanto, hay que estar atento a la Resolución Miscelánea Fiscal (RMF), que anualmente anuncia el SAT y en la que la factura electrónica tiene protagonismo.
Digital: Señala que los comprobantes fiscales, las dos definiciones anteriores, están creadas en un sistema binario. Esto permite que se manipule una gran cantidad de información de manera más rápida. Al estar almacenadas en el disco duro de una computadora, podemos hacer una búsqueda de una factura o de un archivo; encontrar un documento en segundos indicando su nombre, fecha o alguna característica. Sin embargo, en el almacenamiento físico, tardaríamos horas en buscar un archivo. Por último, el que sea digital le permite ser reproducible y recuperable, aunque esté dañado.
Por Internet: Si bien existen Comprobantes Fiscales Digitales (CFD), desde 2010 ya nadie puede adherir a este sistema. Las empresas que se encuentran emitiendo CFD tienen su propio sistema de facturación. Al contrario, al utilizar CFDI, debemos buscar un PAC, descentralizando la facturación, con lo que ahorramos dinero (en términos de seguridad informática o en actualización de software, por ejemplo). Con un PAC la comunicación y envío de información es más simple; podemos enviar una factura electrónica digitalmente, como si fuera un correo electrónico. Podemos emitir CFDI desde nuestro celular en un restaurante o en una venta hecha fuera de nuestras oficinas. En cualquier lugar, más rápido y sin tener que llevar encima folios físicos.